"La historia es simple, pero a la vez compleja: escuchar, sentir, reflexionar y dar respuesta a los problemas que se nos plantean en el día a día desde los ojos de un niño. Intentar, solo intentar, ver con el corazón.
Eso es en la historia. En la vida real las personas invisibles están ahí y ellos no son “Los otros” de JA Bayona. Son tu vecino, tu hermano, tu compañero de trabajo..
Te bastaría solo un paseo por la Balsa Vieja a cualquier hora del día y podrías ser capaz de encontrar más personas de las que has visto en tu vida, solo tenías que buscarlas con los ojos y mente bien abiertos.
Pero creo que no existe adulto que sea capaz de hacer suya la conducta del Principito mantenida durante meses, años... Es más, la filosofía del Principito como tal no existe si no lo relacionamos con el tiempo. No hay mentes abiertas o cerradas, no hay personas buenas o malas, generosas o tacañas. No existe el concepto de blanco o negro absoluto si nos adentramos en la personalidad.
Como yo lo veo, nos encontramos con personas que a pesar de ser tacañas, un día nos sorprenden con su generosidad. Con otras que las tenemos identificadas como mentes obtusas y un día nos sorprenden con una charla profunda. Todos tenemos fases, días, momentos en los que somos capaces de sacar lo peor o lo mejor de nosotros, y en todos los sentidos.
He leÍdo el principito y luego releÍdo varias veces. En todas las ocasiones he sentido cosas diferentes. Desde identificarme totalmente con el joven Príncipe hasta llegar a no entender nada o parecerme complicado su comportamiento.
Un día mi abuelo se peleó con su mejor amigo por culpa de un cencerro. Este cencerro por un misterio del quinto milenio era propiedad de los dos. Hacía muchos años que ya no lo necesitaban pues no tenían vacas ninguno de los dos, pero ambos decían que les pertenecía.
Cuando una mañana y liando un cigarro de los de antes mi abuelo me confesó que le iba a reconocer que el cencerro era de su amigo yo le pregunté
-Pero Abuelo, si ayer estabas seguro que era tuyo como es que hoy estás dispuesto a dárselo sin más
Porque hay que ser generoso hijo, no conozco nadie que sea generoso y a la vez sea infeliz. Solo dos días que llevo con esto y ya son dos noches sin dormir. El cencerro es mío si, pero yo no duermo por las noches y no me merece la pena.
Las personas relacionamos generosidad con dinero y no es del todo correcto. Ser generoso es también dar tu tiempo a otros, o entregar una sonrisa, o escuchar a alguien que necesita decir algo... O darle la razón a quien no la tiene tanto.
Con el devenir de los años que, por coquetería o miedo al futuro, tanto me resisto a cumplir he descubierto que hay más cosas detrás de las cortinas, más serpientes que devoran elefantes y que las cataratas en los ojos que nos aporta nuestro día a día nos hace confundirlos con sombreros.
Desde que cerré mi anterior etapa profesional solo he visto sombreros. Ignorante total, pensaba que con la conquista del tiempo ahora podría hacer aquello que realmente quisiera sin tener que fichar a una hora determinada en la empresa. Ignorante y mil veces ignorante, porque no supe ver que todo el tiempo del mundo no vale para nada si no se actúa con generosidad. Si, con la generosidad de mi abuelo.
He comenzado esta nueva andadura en la Cruz Roja de Totana, primero porque ahora dispongo de un tiempo del que antes no disponía. No podemos ser tan irresponsables de empezar proyectos que ya están condenados a fracasar solo por no poder dedircales atención.
Pero además porque creo que es algo que llevas dentro de ti dándole vueltas mucho tiempo pero nunca es el momento: ahora es el momento.
No hay nada que me produzca más satisfacción personal ni que suponga un honor superior para mí que representar a la Cruz Roja en mi pueblo.
Hoy he logrado entender al Principito y lo siento más cerca que nunca por eso tengo la corazonada que trabajando en el proyecto Cruz Roja Totana voy a rodearme de PERSONAS que harán más duradera en el tiempo mi cercanía con el joven de las serpientes y elefantes.
Os invito a todos a compartir conmigo esta maravillosa y poderosa idea a la que le ha llegado su tiempo (Víctor Hugo) para que cada vez que tengáis un momento, día o etapa que os sintáis cerca del Principito no lo dudéis ni un momento: cruzad la puerta principal de la Cruz Roja de Totana que allí os estaré esperando.
Porque este cuaderno todavía sin escribir va a reflejar enseñanzas muy similares a las del Principito que, por otro misterio del quinto milenio, coinciden mucho con los principios de la Cruz Roja y que, una vez escrito, se transformará en un nuevo libro en el que tú puedes encajar perfectamente."
Pedro Abellaneda Moya